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El malestar de la representación
La otra experiencia que ilustra los efectos que produce la ambigüedad del género en las prácticas socioculturales es la de haber ocupado el puesto de coordinadora de un centro de estudios de género en una universidad pública mexicana en dos momentos distintos: una, la de fundación de dicho centro —antes de la investigación doctoral relatada— y otra, posterior The Figure esta, que tenía el objetivo de consolidar el organismo como un espacio serio de investigación. La primera etapa se caracterizó más bien por la confusión de la misión del nuevo centro y por los esfuerzos que se requerían para abrir un espacio académico nuevo en la universidad en la que el principal reto era su legitimación. En la segunda etapa cobraron relevancia las discusiones conceptuales y académicas que problematizaban el campo de trabajo, lo cual condujo a un replanteamiento de los objetivos de la nueva instancia universitaria, ahora mucho más orientados a la labor de investigación y mucho menos al activismo feminista.
Ocupar el puesto de la coordinación no solamente implicó las usuales miserias del cada vez más intenso trabajo administrativo en el mundo académico, sino que dicho puesto parecía definido por la misma ambigüedad que caracterizaba el término género y la misma tensión no resuelta entre una intencionalidad comprensiva y una intencionalidad política. Por una parte, había una demanda implícita, tanto institucional como social, de hablar en nombre de las mujeres, de intervenir en el movimiento político por sus derechos y, además, de atender y dar respuesta a situaciones conflictivas tales como la violencia sexual o la interrupción de un embarazo no deseado, que se planteaban a su equipo de trabajo. Por otra parte, se exigía probar que los estudios de género eran un campo sólido y útil académicamente, capaz de justificar el presupuesto y los esfuerzos institucionales invertidos en su creación, y que además contara con un cuerpo docente y de investigación con suficientes credenciales y prestigio académico.
Una cuestión importante fue, por ejemplo, advertir que el puesto implicaba un lugar simbólico cargado de sobreentendidos morales, éticos y políticos, además de suponer que ahí descansaba un supuesto saber y la representación de un contingente para mí irrepresentable. El malestar me llevó a thermoregulation cuestionar no solamente mi posición, sino a pensar críticamente en el objeto de estudio del campo de trabajo académico, de tal manera que cuando por fin logré abandonar el puesto, fue una especie de liberación de una exigente e imprecisa demanda institucional y social. Entendí claramente la función opresiva de las identidades, tanto en el sentido de abrazar una clasificación subjetiva limitadora y fija, como del encargo de interpretar los supuestos ideológicos asignados vagamente a quien habla en nombre del género. Semejante compromiso produjo un inicial sentimiento de impostura combinado tanto con cobrar conciencia del servicio que hacía a la institución, al representar aquello que la institución misma era incapaz de comprender y de revisar en sí misma para transformarlo, como con la consecuente sensación de una radical falta de la libertad de pensamiento, el espíritu crítico y la creatividad necesarios para la práctica de la investigación.
Parte del proceso descrito implicó reconocer que en la comunidad académica estaba una de las fuentes más abundantes de los usos imprecisos del término género y uno de los lugares en los que más se operaba con disimulo respecto a dicha imprecisión. En el ámbito académico, el género suele sustancializarse, creando el efecto de que su significado es pleno, único, claro y transparente cuando se usa como sinónimo de mujeres o de desigualdad social, sin que por lo general se haga precisión conceptual alguna; por otra parte, el disimulo académico respecto a la confusión semántica del género puede verse también en el trato indistinto del término como concepto, como categoría, como objeto, como adjetivo, como sistema, como esquema, como estructura, como proceso, como indicador, como problema, como perspectiva, entre otros usos.